




La eficiencia energética y la descarbonización en las organizaciones no dependen solo de la tecnología o de las energías renovables. El papel de las personas, desde la alta dirección hasta cada empleado, es decisivo para reducir consumos, minimizar costes y disminuir la huella de carbono.
En este artículo descubrirás cómo el compromiso interno, el liderazgo visible y los nuevos hábitos pueden generar ahorros de hasta un 15% sin grandes inversiones, acelerando la transición hacia un modelo empresarial más sostenible.
La transición hacia economías sostenibles y bajas en carbono no se logra únicamente con avances tecnológicos o nuevas fuentes de energía renovable. El papel de las personas en este proceso es fundamental, tanto por su capacidad de influir en la demanda y consumo energético como por su habilidad para catalizar o frenar el cambio mediante sus pensamientos, costumbres y comportamientos.
Analizar estos factores nos ayudan a comprender hasta qué punto un cambio de mentalidad dentro de una organización puede contribuir a la eficiencia energética y acelerar la descarbonización. Este enfoque también permite alinear la sostenibilidad con la cultura organizacional, creando las bases para fomentar la eficiencia energética en empresas de cualquier sector.
Toda estrategia corporativa de eficiencia energética y descarbonización debe partir de una visión compartida, es decir, no solo se dirige a los empleados, sino también a la alta dirección. Cuando los equipos directivos sitúan la energía y el clima en el centro de su estrategia, la cultura interna se alinea con esos pilares y se traslada a toda la organización. Los líderes que entienden la importancia de la descarbonización no solo establecen objetivos claros, sino que inspiran a sus equipos a asumir un compromiso real.
Las creencias y valores corporativos determinan en gran medida la velocidad y profundidad con la que se adoptan cambios. Si los empleados perciben el desempeño energético como una responsabilidad conjunta (al igual que pasa con la calidad, la seguridad y el medio ambiente), y ven ejemplos claros en su entorno, estarán más dispuestos a modificar hábitos y detectar oportunidades de mejora. Por el contrario, si la sostenibilidad se contempla como una imposición externa o un trámite, el cambio será superficial y poco duradero. Implementar estrategias para concienciación energética empresarial es fundamental para evitar este tipo de barreras y promover una participación activa de todos los miembros de la organización.
A lo largo de los años, en Gen0 hemos podido comprobar que, aquellas organizaciones que están comprometidas con el ahorro de energía y dedican tiempo y recursos en desarrollar conciencia sobre el impacto de su consumo entre sus empleados, tienden a reducir el uso innecesario de recursos, vigilan su consumo y mejoran su desempeño energético de forma mucho más significativa que las organizaciones que no cuentan con un apoyo claro de la alta dirección.
La forma en la que las personas de una organización perciben la energía afecta directamente a las decisiones que toman a diario: desde apagar la luz al salir de una sala de reunión o escoger un electrodoméstico eficiente hasta incentivar proyectos de descarbonización.
En un sistema de gestión de la energía, las personas son uno de los pilares fundamentales, aunque comúnmente recibe poca atención y recursos limitados. Trabajar con los empleados puede resultar un desafío, y en muchas organizaciones es habitual que los equipos energéticos prefieran centrarse en costosos proyectos de energías limpias, en vez de comenzar por aumentar la conciencia de los empleados y enseñarles prácticas de consumo responsable. Estas prácticas no solo optimizan recursos, sino que también ayudan a reducir el consumo energético sin grandes inversiones, algo especialmente relevante para organizaciones que inician su transición energética.
Además, no se trata solamente de “apagar la luz”, sino de que los equipos sean capaces de analizar las situaciones, detectar ineficiencias y proponer mejoras de manera autónoma. Cuando las personas se sienten protagonistas del cambio, colaboran activamente y adoptan un enfoque de mejora continua; esto se traduce en beneficios económicos directos, así como en una reducción de la huella de carbono de la empresa.
Un cambio de mentalidad va asociado a un cambio de costumbres, hábitos y comportamientos. Dentro de una organización, los hábitos individuales y colectivos tienen un efecto multiplicador. Acciones rutinarias como apagar equipos al finalizar la jornada o durante paradas de producción, programar la climatización correctamente, aprovechar la luz natural o reportar fugas y anomalías en las instalaciones generan importantes ahorros energéticos cuando se interiorizan.
En el caso de los procesos productivos, ser meticulosos y realizar un trabajo eficiente y sin fallos de calidad previenen desperdicios y optimizan el uso de la energía, evitando así el consumo innecesario en la fabricación de productos que no llegarán al cliente y acabarán siendo desechados.consumo, mejorando el desempeño energético de forma constante.
A continuación, se proporcionan algunas claves interesantes para aumentar la concienciación dentro de una organización.
Se trata de una de las más importantes. Los directivos deben encabezar el cambio, con políticas claras y actuaciones visibles que hagan de la eficiencia energética un valor transversal de la organización. Sin liderazgo, será complicado disponer de recursos (tiempo, inversión), objetivos, y un plan de acción realista que motive a los empleados a trabajar para obtener resultados.
Programas de capacitación sobre los impactos energéticos y climáticos de la actividad empresarial, así como talleres sobre buenas prácticas, detección de oportunidades de ahorro, etc. incrementan el conocimiento y la motivación del personal. Se necesita tener al personal bien formado y que conozca bien los equipos y procesos. No tener el conocimiento limita nuestras decisiones por miedo a cometer algún error, por ejemplo, a la hora de desafiar los parámetros de operación de los equipos.
El éxito solo se alcanza cuando todos (desde la alta dirección hasta operadores y técnicos) están involucrados en la identificación de oportunidades y en la toma de decisiones. Participar en equipos multidisciplinares y compartir buenas prácticas refuerza el sentido de pertenencia y responsabilidad.
Establecer metas claras y realistas de ahorro energético y celebrar los logros impulsa la participación. Sistemas de incentivos, reconocimientos y feedback dan visibilidad a los avances y animan a mantener el compromiso.
Disponer de sistemas de medición de consumos y compartir resultados con los empleados ayuda a visualizar el impacto de las acciones individuales y colectivas, generando un ciclo de mejora continua. No hace falta compartir los resultados con gráficos y estadísticas complejas. Por ejemplo, un simple sistema de semáforo puede indicarnos si ese mes estamos mejorando nuestro desempeño energético.
La eficiencia energética y la descarbonización empresarial dependen en gran medida de las personas, ya que serán los empleados los que establezcan los parámetros óptimos de funcionamiento de los equipos de producción, consignas de climatización, iluminación, etc.
Un cambio de mentalidad, acompañado de liderazgo comprometido y formación continua, puede reducir hasta un 15% el consumo sin grandes inversiones.
Si quieres que tu organización avance hacia un modelo más sostenible y competitivo, empieza por tu equipo: fomenta la concienciación, impulsa el compromiso y mide los resultados.
